Paradas cardiacas y Covid-19. Análisis del impacto del COVID-19 en las paradas cardiacas. Más información en Salvavidas Cardio

El impacto del COVID-19 en la respuesta ante paradas cardíacas extrahospitalarias

La parada cardiorrespiratoria extrahospitalaria (PCEH) es uno de los mayores desafíos sanitarios a los que nos enfrentamos. Supone la interrupción repentina de la función mecánica del corazón fuera del entorno hospitalario, y si no se actúa de forma inmediata, el desenlace suele ser fatal.

En España, se estima que cada año se producen cerca de 30.000 muertes por esta causa, una cifra alarmante que se podría reducir con una respuesta rápida por parte de testigos presenciales, mediante la aplicación de maniobras de reanimación cardiopulmonar (RCP) y el uso de desfibriladores externos automáticos (DEA).

Con la llegada de la pandemia de COVID-19, el panorama de las emergencias extrahospitalarias cambió drásticamente. El miedo al contagio, el confinamiento y la presión sobre los servicios de emergencia impactaron de forma directa en la cadena de supervivencia. Desde Salvavidas Cardio, analizamos cómo la crisis sanitaria del coronavirus ha afectado a la capacidad de respuesta ante una parada cardíaca y qué consecuencias ha tenido en las tasas de supervivencia.

Una pandemia que frenó la respuesta inmediata

Los estudios internacionales realizados durante los primeros meses de la pandemia ya advertían sobre una preocupante tendencia: la disminución del número de maniobras de RCP iniciadas por testigos presenciales.

Un trabajo realizado en Estados Unidos, centrado en las regiones de Oregón y California, detectó una caída significativa en la supervivencia de las PCEH, pasando del 14,7% en 2019 al 7,9% en 2020.

Esta caída en la supervivencia se atribuye, entre otros factores, a la disminución de la RCP por parte de testigos, al menor uso combinado de RCP y DEA y al aumento en los tiempos de respuesta de los Servicios de Emergencias Médicas (SEM). La situación generó un efecto en cadena que resultó fatal para miles de personas que podrían haber sobrevivido de haberse mantenido activa la cadena de supervivencia.

Más paradas en el hogar, menos intervención

Uno de los efectos más visibles del confinamiento fue el aumento de las PCEH en domicilios. Según el estudio citado, durante los meses críticos de la pandemia, hasta el 76% de las paradas cardíacas ocurrieron en casa.

Este entorno, lejos de ser el más adecuado para una respuesta inmediata, presenta limitaciones evidentes: menor disponibilidad de DEA y, en muchos casos, desconocimiento de las técnicas de RCP por parte de los convivientes.

Además, el perfil de los pacientes también cambió. Se observó un aumento de paradas cardíacas en personas de entre 35 y 64 años, representando el 44% de los casos durante el COVID-19, en comparación con el periodo pre-pandémico. Un fenómeno que podría estar relacionado con el incremento del estrés, la falta de seguimiento médico en enfermedades cardiovasculares y los efectos directos del virus sobre el sistema circulatorio.

Disminución del uso del DEA y aumento en los tiempos de respuesta

Otro dato alarmante fue el descenso en la intervención con desfibriladores por parte de los testigos. En condiciones normales, entre el 5% y el 6% de las PCEH son tratadas con DEA por testigos. Durante la pandemia, este número cayó drásticamente al 1%.

A esto se sumó un aumento en el tiempo medio de llegada de las ambulancias, que pasó de 6,6 minutos a 7,6 minutos. Un minuto extra puede parecer poco, pero en una parada cardiorrespiratoria, cada segundo cuenta. Por cada minuto que se retrasa la desfibrilación, las posibilidades de supervivencia disminuyen en un 10%.

Datos similares en Europa y EE.UU.

Lo ocurrido en España y Estados Unidos también se repitió en otros países. En la región italiana de Lombardía, se registró un aumento del 58% en la incidencia de PCEH durante los primeros 40 días del brote de COVID-19 (362 casos frente a 229 el año anterior). Además, se observó un aumento de tres minutos en los tiempos de respuesta del SEM y una disminución del 15% en la RCP iniciada por testigos, con una reducción significativa en las tasas de supervivencia.

En París, la incidencia de PCEH se duplicó durante las primeras semanas del confinamiento.

El número de pacientes ingresados vivos en el hospital cayó del 22,8% al 12,8%. El tiempo de respuesta fue mayor, y el número de testigos que iniciaron la RCP, menor.

En la ciudad de Nueva York, los datos también reflejan un fuerte impacto. Entre marzo y abril de 2020, el número de PCEH triplicó los casos del mismo periodo en 2019. Aunque las tasas de RCP por parte de testigos no se modificaron, la mortalidad aumentó notablemente.

¿Por qué actuaron menos los testigos?

El miedo al contagio fue, sin duda, uno de los principales motivos por los que muchas personas evitaron iniciar maniobras de reanimación. La falta de equipos de protección individual (EPI), el desconocimiento sobre cómo proceder de forma segura y la incertidumbre generalizada provocaron una parálisis en la actuación de los ciudadanos.

Además, el uso de mascarillas, guantes y otras medidas de prevención dificultaron el acceso a una reanimación efectiva. Incluso muchos servicios de emergencia se vieron obligados a adaptar sus protocolos para minimizar el riesgo de contagio, lo que, en algunos casos, supuso demoras adicionales.

La formación salva vidas: una lección para el futuro

Lo ocurrido durante la pandemia ha puesto de relieve una necesidad urgente: formar a la población en maniobras de reanimación cardiopulmonar y fomentar la instalación de desfibriladores en todos los espacios posibles, incluyendo comunidades de vecinos, centros educativos, empresas y hogares.

Desde Salvavidas Cardio llevamos años apostando por la formación en soporte vital básico y el uso del desfibrilador. Ahora, más que nunca, reafirmamos nuestro compromiso de seguir divulgando la cultura de la cardioprotección en todos los ámbitos sociales. Si logramos que más personas estén preparadas para actuar, reduciremos de forma significativa las cifras de mortalidad por paradas cardíacas extrahospitalarias.

Conclusiones: más cardioseguridad, mejor sociedad

La pandemia de COVID-19 ha tenido un impacto devastador en muchos niveles, y uno de ellos ha sido el retroceso en la respuesta ante emergencias como la parada cardíaca.

El descenso de la RCP por parte de testigos, el escaso uso del DEA y el aumento de los tiempos de respuesta han comprometido miles de vidas.

Pero también nos deja una enseñanza valiosa: debemos reforzar la educación en RCP, fomentar la instalación de DEA y garantizar una atención más rápida y eficiente. Solo así podremos estar verdaderamente preparados para responder ante cualquier situación de emergencia, incluso en medio de una crisis sanitaria global.

Porque cada vida cuenta. Porque juntos, salvamos vidas.

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