Cómo salvar una vida con un desfibrilador: la historia real de Alberto.

¿Es posible salvar una vida con un desfibrilador? No solo es posible, sino que sucede más veces de las que imaginamos. En este artículo compartimos un testimonio real, una historia que demuestra el valor de estar preparado y la importancia de contar con equipos de cardioprotección en nuestro día a día.

Alberto, voluntario de Cruz Roja, docente deportivo y aficionado al airsoft, decidió hace cuatro años adquirir su propio desfibrilador. Hoy puede decir, con orgullo y emoción, que gracias a su previsión y formación, logró salvar la vida de su hermano.

Un desfibrilador siempre a mano

“Compré mi desfibrilador hace unos cuatro años, porque me pareció importante tenerlo a mano tanto por mi trabajo como por mis aficiones. Además de ser voluntario en Cruz Roja, doy clases de tenis y pádel y participo activamente en partidas de airsoft”, nos cuenta Alberto.

El entorno en el que se desenvuelve suele estar alejado de núcleos urbanos o incluso en lugares de difícil acceso para ambulancias. “En los campos donde jugamos al airsoft, muchas veces la única opción de rescate sería un helicóptero. Por eso, llevo siempre un botiquín bien equipado… y mi desfibrilador. Por suerte, hasta hace poco nunca tuve que utilizarlo”.

Pero todo cambió en agosto, durante un torneo de pádel en Sigüenza.

Emergencia en la pista

“El torneo se celebraba el fin de semana del 5 al 7 de agosto. El viernes jugamos sin problemas. El sábado por la noche, a las 22:45, mi hermano se desplomó en mitad del partido”, relata.

En ese momento, Alberto actuó con rapidez y determinación. “Me acerqué a él, vi que no respiraba y no respondía, así que pedí a los compañeros que buscaran mi botiquín y llamaran al 112. Comencé con maniobras de reanimación cardiopulmonar (RCP) inmediatamente”.

Cuando le entregaron el botiquín, otro jugador le sustituyó en el masaje cardíaco mientras Alberto preparaba el desfibrilador y el material de vía aérea. “Conecté el desfibrilador, coloqué los electrodos, la cánula orofaríngea y el ambú. El dispositivo indicó que era necesario administrar una descarga. Tuvimos que aplicar tres choques eléctricos. Tras la tercera descarga, mi hermano empezó a responder”.

Gracias a la rápida actuación y al uso del desfibrilador, su hermano recuperó la consciencia antes de que llegaran los servicios médicos de emergencia. “La UVI llegó a los cinco minutos y lo trasladaron al hospital de Guadalajara, donde fue ingresado en la UCI. Afortunadamente, todo salió bien”.

Salvar una vida con un desfibrilador: la clave está en el tiempo

Este testimonio nos recuerda algo fundamental: cada minuto cuenta. En una parada cardiaca súbita, por cada minuto que pasa sin atención, las posibilidades de supervivencia disminuyen un 10%. A los 10 minutos, la supervivencia es prácticamente nula si no se ha iniciado una RCP ni se ha aplicado una descarga con un DEA.

Por eso, contar con un desfibrilador cerca y saber usarlo puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte.

El desfibrilador: un salvavidas que todos deberíamos conocer

Mucha gente todavía piensa que los desfibriladores son equipos complejos, solo aptos para personal sanitario. Nada más lejos de la realidad. Hoy en día, los desfibriladores externos automáticos (DEA) están diseñados para que cualquier persona pueda usarlos. Ofrecen instrucciones por voz, guían paso a paso y solo permiten la descarga si detectan que es necesaria.

En el caso de Alberto, su formación como voluntario de Cruz Roja y su compromiso con la seguridad le permitieron actuar con eficacia. Pero también destaca que cualquier persona formada puede hacerlo. “No necesitas ser médico para salvar una vida con un desfibrilador, solo necesitas formación básica y decisión”.

Más desfibriladores, más vidas salvadas

La historia de Alberto y su hermano pone de manifiesto algo que venimos repitiendo desde hace años: necesitamos más desfibriladores en espacios públicos y privados. Polideportivos, centros educativos, instalaciones deportivas, ayuntamientos, empresas… cualquier lugar con afluencia de personas debería estar cardioprotegido.

“El polideportivo de Sigüenza tenía un DEA, pero como el mío estaba más cerca, fue el que usamos”, añade. Este pequeño detalle fue decisivo. Un equipo próximo, accesible y operativo puede marcar la diferencia en esos primeros cinco minutos críticos.

Empresas y particulares: todos podemos salvar vidas

Este caso no solo pone en valor el papel de las administraciones públicas y los servicios de emergencias. También subraya la responsabilidad que pueden asumir particulares y empresas a la hora de proteger la vida de quienes les rodean. Adquirir un desfibrilador y formar al personal no es un gasto, es una inversión en seguridad y en compromiso social.

Hoy en día, existen opciones de alquiler de desfibriladores que permiten a muchas organizaciones dotarse de estos equipos. Alberto, por ejemplo, consiguió su DEA gracias a una campaña de pulseras solidarias. “Fue una decisión personal, pensada para proteger a quienes me rodean, y nunca imaginé que acabaría salvando la vida de mi hermano”.

Formación en RCP y uso del desfibrilador: imprescindible

Tener un DEA cerca es fundamental, pero también lo es saber utilizarlo correctamente. La formación en RCP y uso del desfibrilador debería ser una competencia básica, al igual que aprender a nadar o a conducir.

Desde Salvavidas Cardio, promovemos cursos homologados de Soporte Vital Básico (SVB) para empresas, colegios, entidades públicas y particulares. Enseñamos a actuar con seguridad ante una parada cardiorrespiratoria y a usar un desfibrilador con eficacia, siguiendo las pautas marcadas por las autoridades sanitarias y el Consejo Europeo de Resucitación.

Conclusión: todos llevamos un salvavidas dentro

Salvar una vida con un desfibrilador es posible. Alberto lo hizo. Lo hizo con preparación, con decisión y con un equipo a mano. Su historia es un ejemplo de responsabilidad, de prevención y de compromiso.

Y, sobre todo, es un mensaje de esperanza. Porque cuantas más personas estén formadas y cuantos más desfibriladores haya cerca, más vidas podrán salvarse. Desde Salvavidas Cardio seguiremos trabajando para que la cardioprotección llegue a todos los rincones, y que historias como la de Alberto se repitan una y otra vez, siempre con final feliz.

¿Y tú? ¿Estás preparado para salvar una vida?

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