Antibióticos y la muerte súbita. Conoce los últimos datos de la Universidad de Vanderbilt sobre esta materia.
Azitromicina y riesgo cardiovascular: un antibiótico bajo la lupa
En la actualidad, los antibióticos son medicamentos imprescindibles para el tratamiento de infecciones bacterianas. Sin embargo, su uso indebido o su administración en pacientes con patologías específicas puede entrañar graves riesgos para la salud. Uno de los casos más significativos que ha salido a la luz en los últimos años es el de la azitromicina, un antibiótico perteneciente a la familia de los macrólidos, cuya relación con el aumento del riesgo de muerte cardiovascular súbita ha sido confirmada por estudios científicos.
El estudio que lo cambió todo: Universidad de Vanderbilt
Investigadores de la Universidad de Vanderbilt, en Estados Unidos, realizaron un estudio que ha generado gran repercusión tanto en la comunidad médica como en la opinión pública. Esta investigación, publicada en el New England Journal of Medicine, analizó datos de más de 347.000 pacientes que habían tomado azitromicina y los comparó con pacientes tratados con otros antibióticos considerados seguros desde el punto de vista cardiovascular, como la amoxicilina.
Los resultados fueron contundentes: en los cinco días posteriores al inicio del tratamiento con azitromicina, el riesgo de sufrir una muerte cardiovascular se multiplicaba por más del doble, especialmente en aquellos pacientes que ya presentaban factores de riesgo cardiaco.
¿Qué es la azitromicina y para qué se utiliza?
La azitromicina es un antibiótico del grupo de los macrólidos, ampliamente utilizado en la práctica médica para tratar diversas infecciones bacterianas como:
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Infecciones del tracto respiratorio (bronquitis, neumonía)
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Infecciones de oído y garganta
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Infecciones cutáneas
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Enfermedades de transmisión sexual (ETS), como la clamidia
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Infecciones sinusales y algunas formas de amigdalitis
En muchos países, incluido España, la azitromicina se prescribe con frecuencia por su cómoda posología: una sola toma diaria durante tres días, lo que ha hecho que se popularice como el “antibiótico de los tres días”. Esta característica lo ha convertido en una opción atractiva, sobre todo en pacientes pediátricos, ya que facilita el cumplimiento del tratamiento sin interferir en horarios escolares ni generar tanto rechazo como otros antibióticos más prolongados.
Sin embargo, esta comodidad no debe eclipsar los posibles riesgos que conlleva su uso, especialmente cuando se emplea sin una adecuada indicación médica o en pacientes con patologías cardíacas.
Azitromicina y arritmias cardíacas: un vínculo preocupante
La principal preocupación que deriva del uso de la azitromicina es su potencial para causar arritmias cardíacas graves, especialmente en personas con antecedentes o predisposición a enfermedades cardiovasculares. Esto se debe a que este antibiótico puede prolongar el intervalo QT en el electrocardiograma, un marcador eléctrico del ciclo cardíaco que, si se ve alterado, puede desencadenar una arritmia ventricular peligrosa conocida como torsades de pointes.
Estas arritmias, si no se tratan rápidamente, pueden derivar en una fibrilación ventricular, una de las principales causas de parada cardíaca súbita y muerte súbita. Es por ello que su uso debe estar cuidadosamente valorado por el profesional sanitario, sopesando riesgos y beneficios en cada caso individual.
Comparación con otros antibióticos: amoxicilina como opción más segura
El estudio de la Universidad de Vanderbilt comparó directamente la azitromicina con la amoxicilina, un antibiótico betalactámico que no presenta el mismo nivel de riesgo para el corazón. Durante la investigación, se observó que por cada millón de tratamientos, se producían 47 muertes adicionales por causas cardiovasculares en los pacientes tratados con azitromicina, cifra que se disparaba hasta 254 muertes adicionales en pacientes con alto riesgo cardíaco.
Estos hallazgos han llevado a que numerosas autoridades sanitarias, como la FDA (Administración de Alimentos y Medicamentos de EE.UU.) y la Agencia Europea del Medicamento, emitan advertencias sobre el uso de la azitromicina en personas con antecedentes de enfermedades cardíacas, especialmente en adultos mayores.
El uso excesivo en la infancia: una preocupación añadida
Uno de los aspectos más preocupantes del uso de la azitromicina es su excesiva prescripción en la población pediátrica. Muchos padres solicitan este antibiótico por su comodidad, sin tener en cuenta que no está indicado para infecciones de origen viral, como:
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Resfriados
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Gripe
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Mucosidad
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Tos sin fiebre ni infección bacteriana
El abuso de antibióticos, y en especial de macrólidos como la azitromicina, contribuye al problema global de la resistencia bacteriana, además de exponer innecesariamente a los niños a sus posibles efectos secundarios, entre ellos, los riesgos cardiovasculares en caso de predisposición genética o antecedentes familiares.
Prescripción responsable: la clave para un uso seguro
El mensaje de los expertos es claro: la azitromicina no debe ser demonizada, pero sí utilizada con precaución. Este antibiótico tiene su lugar en la medicina, y en determinados casos puede ser la mejor opción, pero su uso debe ir siempre acompañado de un juicio clínico adecuado y del conocimiento del estado de salud cardiovascular del paciente.
Los médicos deben considerar alternativas como:
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Amoxicilina para infecciones respiratorias no complicadas
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Penicilinas o cefalosporinas en caso de infecciones cutáneas leves
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Antibióticos de espectro más reducido, cuando sea posible, para evitar efectos adversos y resistencias
Asimismo, es imprescindible educar a la población sobre los peligros de la automedicación, especialmente en antibióticos, ya que el mal uso no solo pone en riesgo al individuo, sino que también representa un problema de salud pública global.
Recomendaciones finales para el uso de antibióticos seguros
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Consulta siempre con un profesional sanitario antes de iniciar un tratamiento antibiótico.
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Evita automedicarte o utilizar recetas antiguas, aunque se trate del mismo síntoma.
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Cumple el tratamiento completo según la pauta indicada, incluso si te encuentras mejor antes de tiempo.
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Informa a tu médico si tienes antecedentes cardiovasculares, estás en tratamiento con otros medicamentos que afectan el corazón o si eres mayor de 65 años.
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Pregunta por alternativas si te preocupa el riesgo de efectos secundarios.
Conclusión: a problema eléctrico, solución eléctrica… pero con responsabilidad médica
El viejo principio de que la fibrilación ventricular solo se trata con una descarga eléctrica se mantiene vigente. Sin embargo, lo ideal es no llegar a ese punto, y para ello la prevención es fundamental. Saber que un simple antibiótico como la azitromicina puede desencadenar arritmias graves en personas con riesgo debe hacernos más conscientes del poder de los fármacos que tomamos, y la necesidad de usarlos con responsabilidad.
Desde Salvavidas Cardio, recordamos que la cardioprotección comienza en la prevención. Estar informados, formados y protegidos es el primer paso para salvar vidas, tanto en nuestros hogares como en nuestras comunidades.
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