La cardioprotección en residencias de mayores ha dejado de ser un tema que pasa desaparecido para convertirse en un punto esencial, sobre todo para las personas que pasan mucho tiempo en estos espacios.

No es simplemente una cuestión de tener desfibriladores en la pared, sino de adoptar una cultura de prevención y respuesta rápida ante eventos cardiovasculares.

¿Por qué es tan relevante? En España, donde más de 400.000 personas mayores residen en centros especializados, y con una población cada vez más envejecida, la cardioprotección en estos entornos es más que una medida: es una prioridad.

Cardioprotección: más que un desfibrilador en la pared

El concepto de cardioprotección va más allá de instalar un desfibrilador (DEA). Implica un enfoque integral donde se combinan dispositivos, formación, prevención y protocolos de actuación.

Es España, las cifras no mienten: más del 50% de los ancianos residentes en centros geriátricos padecen enfermedades cardiovasculares, lo que los convierte en una de las poblaciones más vulnerables ante episodios cardiacos.

De hecho, un estudio reciente de la Sociedad Española de Cardiología señaló que cada año se producen más de 30.000 paradas cardiacas fuera de los hospitales y muchas de ellas suceden en residencias o en el hogar.

Realidad en las Residencias Españolas ¿Estamos preparados?

En 2018, el Gobierno de España aprobó una normativa sobre la instalación de desfibriladores en lugares públicos, pero la implementación en residencias de mayores aún no varía según la comunidad autónoma.

Algunas regiones como Madrid y Andalucía han liderado la adopción de medidas de cardioprotección, mientras que otras van más lentas.

De hecho, solo el 40% de las residencias en España cuentan con desfibriladores accesibles y con personal capacitado para utilizarlos.

Este dato preocupa, considerando que la rapidez en la atención ante un paro cardiaco es crítica.  Según la Fundación Española del Corazón, cada minuto sin asistencia reduce entre un 7 y un 10% las posibilidades de supervivencia.

Ante esta realidad, la formación en reanimación cardiopulmonar (RCP) para el personal es crucial, pero solo un tercio de los trabajadores de residencias en España han recibido capacitación adecuada.

Estrategias que marcan la diferencia

Para crear un entorno verdaderamente cardioprotegido, las residencias deben apostar por un enfoque holístico que incluya tanto medidas reactivas como preventivas.

Algunas claves fundamentales para transformar el paradigma de la cardioprotección en estos centros incluyen:

1. Desfibriladores (DEA | DESA)

Las instalaciones de desfibriladores en las residencias de mayores es uno de los elementos más importantes de la cardioprotección.

Los desfibriladores son dispositivos portátiles que pueden analizar el ritmo cardiaco y administrar una descarga eléctrica si detectan una arritmia potencialmente mortal, como la fibrilación ventricular.

Su uso es relativamente sencillo y no requiere ser un profesional de la salud para operarlo, lo que lo convierte en una herramienta fundamental en la respuesta a emergencias cardiovasculares.

  • Ubicación y acceso. Es esencial que los DEA estén ubicados en áreas estratégicas de fácil acceso dentro de la residencia y que todos los miembros del personal sepan dónde están y cómo utilizarlos.
  • Mantenimiento. Los DEA deben revisarse y mantenerse en buen estado, asegurando que estén listos para su uso en cualquier momento. Esto incluye, entre otras cosas, la verificación de las baterías y el reemplazo de los electrodos después de su uso o tras su fecha de caducidad.

2. Capacitación en reanimación cardiopulmonar (RCP)

La formación del personal de la residencia en RCP es otra de las medidas fundamentales de cardioprotección. Saber realizar compresiones torácicas efectivas y administrar respiraciones de rescate puede mantener el flujo de oxígeno hacia el cerebro y los órganos vitales mientras llega la ayuda profesional.

  • Formación continua. Es importante que el personal reciba la formación periódica en RCP, dado que las técnicas pueden cambiar con el tiempo y es esencial que las habilidades y conocimientos se mantengan actualizados.
  • Simulacros de emergencia. Realizar simulacros periódicos en los que se practique la respuesta ante un evento cardiovascular ayudará a que el personal esté preparado y actúe de manera rápida y eficaz.

3. Concienciación y evaluación de riesgos

La cardioprotección no solo implica la respuesta ante emergencias, sino también la prevención. Las residencias deben implementar programas de concienciación para que tanto el personal como los residentes comprendan la importancia de llevar un estilo de vida saludable que incluya:

  • Alimentación equilibrada. Promover una dieta rica en frutas, verduras, granos enteros y baja en grasas saturadas y sal puede ayudar a prevenir enfermedades cardiovasculares.
  • Actividad física. Fomentar la actividad física regular adaptada a las capacidades de cada residente es fundamental para mantener la salud cardiovascular.
  • Control de factores de riesgo. Monitorear y controlar factores como la hipertensión, el colesterol y la diabetes es esencial para prevenir complicaciones cardiacas.

4. Protocolos de actuación ante emergencias

Disponer de un protocolo bien definido para actuar ante una emergencia cardiovascular es esencial en las residencias de mayores. Este protocolo debe incluir:

  • Detección temprana. El personal debe estar capacitado para reconocer los signos de un ataque o paro cardiacos de manera rápida. Esto incluye síntomas como dolor en el pecho, dificultad para respirar, desmayos o palpitaciones.
  • Activación del sistema de emergencia. Tan pronto como se detecte un evento cardiovascular, el personal debe llamar inmediatamente a los servicios de emergencias (como el 112 en España) y, mientras llega la ayuda, iniciar las maniobras de RCP y utilizar el DEA si es necesario.

Beneficios de la cardioprotección en residencias de mayores

La implementación de un programa integral de cardioprotección en residencias de mayores ofrece numerosos beneficios, entre los que se destacan:

  • Mayor seguridad. Al contar con medidas de cardioprotección, se garantiza que los residentes están protegidos ante posibles eventos cardiovasculares, lo que genera tranquilidad tanto para los familiares como para el personal.
  • Reducción de la mortalidad. Como ya se ha mencionado, una intervención rápida y adecuada ante un paro cardiaco aumenta significativamente las probabilidades de supervivencia.
  • Mejor reputación de la residencia. Las residencias que implementan medidas de cardioprotección pueden destacar frente a otras por su compromiso con el bienestar y la seguridad de sus residentes, lo que puede atraer a más familias interesadas en un entorno seguro y responsable.

La cardioprotección en residencias de mayores es esencial para salvar vidas ante emergencias cardiacas. Equipos adecuados, personal capacitado y medidas preventivas pueden marcar la diferencia en un entorno donde la salud cardiovascular es crítica.

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