¿Existe relación entre el cáncer y la parada cardiaca? La interacción entre estas dos amenazas para la salud es compleja. Es por ello por lo que en este artículo veremos cómo y por qué el cáncer puede aumentar el riesgo de sufrir una parada cardiaca, respaldado por datos de organizaciones reconocidas como la Fundación Española del Corazón, la Sociedad Europea de Cardiología y el Instituto Nacional del Cáncer.
Cuando hablamos de cáncer, solemos centrarnos en la lucha contra los tumores, pero hay un enemigo silencioso que puede surgir en el camino: hablamos de las complicaciones cardiacas, incluida la parada cardiaca.
¿Existe relación entre el cáncer y la parada cardiaca?
La respuesta corta es SÍ, y va más allá de lo que parece a simple vista. La relación entre el cáncer y la parada cardiaca no solo viene dada por los tratamientos agresivos que muchos pacientes enfrentan, sino también con el impacto directo del cáncer en el cuerpo.
Un artículo publicado por The American Heart Association explica que ciertos tipos de cáncer, como el de pulmón, mama y hematológicos (linfomas y leucemias), pueden aumentar el riesgo de eventos cardiovasculares graves, incluidas las paradas cardiacas, debido a varios mecanismos:
- Inflamación sistémica. El cáncer genera una respuesta inflamatoria crónica en el cuerpo, que puede dañar las arterias coronarias y alterar el ritmo cardiaco.
- Formación de coágulos. Algunos tumores liberan sustancias que promueven la coagulación sanguínea, incrementando el riesgo de trombosis y eventos cardiacos.
- Invasión directa. En casos avanzados, ciertos tumores pueden invadir el corazón o afectar indirectamente su función.
Además, un estudio realizado por la Sociedad de Oncología Médica destacó que el riesgo de una parada cardiaca en pacientes con cáncer aumenta significativamente si presentan otros factores de riesgo, como hipertensión no controlada o antecedentes familiares de enfermedades cardiacas.
Factores de riesgos comunes entre el cáncer y la parada cardiaca
El cáncer y las enfermedades cardiovasculares no son enemigos aislados. Comparten un conjunto de factores que actúan como denominador común:
- Edad avanzada. A medida que envejecemos, nuestras probabilidades de desarrollar cáncer y enfermedades del corazón aumentan exponencialmente.
- Tabaquismo. Uno de los factores más perjudiciales, vinculados tanto al cáncer de pulmón como a enfermedades coronarias.
- Sedentarismo y obesidad. La falta de actividad física y el sobrepeso crean un terreno fértil para ambas condiciones.
- Hipertensión arterial y diabetes. Condiciones crónicas que influyen negativamente en el sistema cardiovascular y aumentan la probabilidad de desarrollar cáncer.
Según un estudio de JACC: CardioOncology, los pacientes con insuficiencia cardiaca tienen un 68% más probabilidades de ser diagnosticados con cáncer. Esto subraya la importancia de evaluar a los pacientes de manera integral y no solo centrarse en una patología específica.
Tratamientos que salvan vidas, pero… ¿afectan al corazón?
Aunque los avances en los tratamientos oncológicos han salvado millones de vidas, algunos de ellos pueden tener efectos colaterales perjudiciales para el corazón:
- Quimioterapia. Medicamentos como la doxorrubicina, utilizados en el tratamiento de varios tipos de cáncer, pueden dañar el músculo cardiaco, aumentando el riesgo de insuficiencia cardíaca.
- Radioterapia en el tórax. Puede dañar arterias coronarias y tejidos cardiacos, favoreciendo el desarrollo de enfermedades cardiovasculares.
- Terapias dirigidas y nuevas generaciones de medicamentos. Aunque más específicas, pueden desencadenar efectos secundarios como arritmias.
Según el Instituto Nacional del Cáncer, los pacientes tratados por el cáncer de mama y linfoma tienen más del doble de riesgos de desarrollar insuficiencia cardiaca en comparación con la población general.
Parada cardiaca en pacientes con cáncer ¿Por qué ocurre?
La parada cardiaca, definida como el cese repentino de la función cardiaca, tiene múltiples causas en pacientes con cáncer:
- Cardiotoxicidad. Daño directo al corazón por medicamentos o radioterapia.
- Desequilibrios electrolíticos. Tratamientos agresivos pueden alterar los niveles de electrolitos, aumentando el riesgo de arritmias fatales.
- Formación de trombos. Algunos cánceres promueven la coagulación excesiva, lo que puede obstruir arterias coronarias y desencadenar una parada cardiaca.
La Fundación Española del Corazón destaca que mantener un estilo de vida cardiosaludable durante el tratamiento oncológico reduce significativamente estas complicaciones.
Historias cruzadas: cáncer y enfermedades cardiovasculares
Uno de los mayores desafíos de la medicina actual es abordar la «doble amenaza» en pacientes que ya enfrentan un diagnóstico de cáncer. Según la Sociedad Europea de Cardiología, hasta un 15% de las muertes por cáncer pueden estar relacionadas con complicaciones cardiovasculares, muchas de las cuales podrían prevenirse con un monitoreo adecuado.
¿Cómo prevenir estas complicaciones?
Prevenir y manejar el riesgo cardiovascular en pacientes oncológicos es una prioridad para las principales organizaciones de salud. Las estrategias incluyen:
- Evaluación previa. Antes de iniciar el tratamiento, se recomienda realizar una evaluación cardiaca completa para detectar factores de riesgo ocultos.
- Seguimiento continuo. Durante y después del tratamiento, los pacientes deben someterse a controles regulares del corazón.
- Estilo de vida saludable. Dieta equilibrada, ejercicio físico moderado y evitar el tabaco son medidas esenciales.
- Atención multidisciplinaria. Cardiólogos y oncólogos deben trabajar en equipo para ofrecer una atención integral.
Un mensaje de esperanza
A pesar de los riesgos, hay buenas noticias. Los avances en cardio-oncología y las nuevas terapias están ayudando a reducir las complicaciones cardíacas en pacientes oncológicos. Además, la creciente concienciación sobre la importancia de monitorear la salud cardiovascular durante el tratamiento del cáncer está salvando vidas.
El mensaje es claro: tratar el cáncer no debe significar descuidar el corazón. Con un enfoque preventivo, monitoreo constante y colaboración entre especialidades, es posible ganar esta batalla en dos frentes. La ciencia avanza, y con ella, la esperanza de que estos pacientes no solo sobrevivan, sino que también vivan con una calidad de vida óptima.
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