En este nuevo artículo hablaremos sobre las convulsiones, fenómeno neurológico que puede afectar a personas de todas las edades y representan un desafío significativo tanto para los afectados como para quienes los rodean.

El manejo adecuado de las convulsiones es vital para reducir sus impactos y mejorar la calidad de vida de los pacientes. ¡Te lo contamos todo!

Estas manifestaciones se caracterizan por episodios de actividad eléctrica anormal en el cerebro, que pueden resultar en una amplia gama de síntomas, desde movimientos involuntarios y pérdida de conciencia, hasta sensaciones y comportamientos inusuales.

¿Qué son y en qué consisten las convulsiones?

Según el Instituto Nacional del Cáncer estadounidense, una convulsión es una afección por la que los músculos se contraen y relajan rápidamente, y causa temblores incontrolables del cuerpo. Las convulsiones pueden obedecer a lesiones en la cabeza, fiebre alta, algunos trastornos de salud y ciertos medicamentos. También se pueden presentar durante las crisis causadas por epilepsia.

Estas convulsiones son el resultado de una actividad neuronal anormal y súbita.

Los síntomas más frecuentes son…

Los síntomas de las convulsiones pueden variar ampliamente dependiendo del tipo de convulsión y la parte del cerebro afectada. Los síntomas más frecuentes incluyen:

  • Movimientos involuntarios. Sacudidas o espasmos en brazos, piernas o todo el cuerpo (convulsiones tónico-clónicas).
  • Pérdida de consciencia. La persona puede desmayarse o no responder al entorno durante un breve período de tiempo.
  • Confusión. Después de una convulsión, es común que la persona esté confundida, tenga dificultad para hablar o no recuerde lo ocurrido.
  • Rigidez muscular. Rigidez repentina de los músculos, que puede hacer que la persona caiga al suelo (convulsiones tónicas).
  • Mirada fija o pérdida de contacto con el entorno. En convulsiones de ausencia, la persona puede parecer que está mirando al vacío durante unos segundos.
  • Movimientos repetitivos. Como masticar, parpadear rápidamente o frotarse las manos (convulsiones focales complejas).
  • Sensaciones inusuales. Como es el caso de hormigueo, mareo, o sensación de “dejà vu” antes de la convulsión.
  • Gritos o sonidos inusuales. Algunas personas pueden emitir un grito o sonido al inicio de una convulsión tónico-clónica.
  • Otros. Labios morados, salivación excesiva (a veces de forma espumosa) y pérdida del control de esfínteres (la persona puede orinarse o defecar).+

Por supuesto, estos síntomas pueden aparecer en diferentes combinaciones y grados de intensidad, dependiendo de la persona y el tipo específico de convulsión.

¿Cuáles son las principales causas de las convulsiones?

Las convulsiones pueden ser provocadas por una amplia gama de factores. Algunas de las causas más comunes incluyen:

  • Epilepsia. Es una condición neurológica crónica caracterizada por convulsiones recurrentes. La epilepsia puede tener varias causas subyacentes, incluidas anomalías genéticas, daños cerebrales o trastornos metabólicos.
  • Lesiones cerebrales. Traumatismos craneoencefálicos, accidentes cerebrovasculares, tumores cerebrales o infecciones, como la meningitis, pueden alterar la actividad eléctrica del cerebro y provocar convulsiones.
  • Trastornos metabólicos. Desequilibrios en el cuerpo, como niveles anormales de sodio, potasio, glucosa o calcio pueden desencadenar convulsiones.
  • Intoxicación. El consumo de sustancias tóxicas como alcohol, drogas o ciertos medicamentos puede inducir convulsiones. También pueden ocurrir como resultado de una abstinencia repentina de alcohol o drogas.
  • Fiebre alta (convulsiones febriles). Estas convulsiones suelen ocurrir en niños pequeños como respuesta a una fiebre alta. Aunque suelen ser inofensivas, pueden ser alarmantes para los padres.
  • Factores genéticos. Algunas convulsiones tienen un componente genético, donde ciertas mutaciones pueden predisponer a una persona a tener convulsiones.
  • Enfermedades neurodegenerativas. Trastornos como la enfermedad de Alzheimer y otras condiciones que causan daño progresivo al cerebro pueden llevar a la aparición de convulsiones.

¿Qué hacer durante una convulsión?

Saber cómo actuar durante una convulsión es crucial para la seguridad de la víctima. A continuación, algunos pasos clave:

  1. Mantener la calma.
  2. Si la víctima va a sufrir una crisis, evitar que se caiga y asegurar el espacio a su alrededor para que no se golpee ni le caiga ningún objeto encima y se pueda lesionar.
  3. Llamar a 112 informando de lo sucedido.
  4. Proteger la cabeza de la víctima poniendo algo blando debajo (ropa, cojines, almohadas, etc.) sin forzar el cuello de la víctima.
  5. Afloja todas las prendas apretadas, enfocando la atención en el cuello y cintura, así evitaremos que puedan oprimir y dificultar la respiración.
  6. Intentar anotar la duración de la crisis, tipos de movimientos o cualquier otro síntoma.
  7. Si es posible, averiguar antecedentes, como por ejemplo epilepsia, diabetes, etc.
  8. Si aparecen vómitos o sangre, gira a la víctima para evitar que obstruya la vía aérea.
  9. Una vez ha pasado la crisis, valorar la respiración.
  10. Si la víctima respira, ponerla en posición lateral de seguridad.
  11. Si la víctima no respira o la respiración no es eficaz, hay que realizar la reanimación cardiopulmonar (RCP).
  12. Esperar a los servicios de emergencias médicas para darles información de lo sucedido.

Qué NO hacer

  • Sujetar con firmeza a la víctima durante las contracciones musculares.
  • Intentar meter la mano o algún objeto en la boca de la víctima (podría romperlo o tragarlo).
  • Forzar la mandíbula para abrirla e introducir algo o evitar que se muerda la lengua.
  • Dar bebidas o alimentos cuando la víctima comience a recuperar la conciencia.

¿Y qué pasa con los más pequeños de la casa?

Pues, en el caso de los niños, las convulsiones suelen derivarse de un aumento de la temperatura corporal por infecciones.

También se las conoce como convulsiones febriles, y se deben a una respuesta del cerebro ante un aumento notable de la temperatura corporal.

Los síntomas son similares a las de los adultos, siempre acompañados de fiebre.

¿Qué hacer y qué no hacer?

Hay que proceder igual que en los adultos. Adicionalmente, tomar la temperatura si es posible y retirar la ropa de la víctima, intentar enfriar con un baño de agua templada o paños fríos en la frente, ingle y axilas.

Lo que NO hay que hacer es enfriar demasiado rápido o de forma brusca. Tampoco hay que bajar la temperatura de la víctima por debajo de los 37ºC. Además, hay que evitar todo lo mencionado anteriormente en las convulsiones en adultos.

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