El ictus es una de las principales causas de discapacidad y muerte en todo el mundo. En este nuevo artículo veremos que es el ictus, incluyendo sus tipos, causas, síntomas, diagnóstico, tratamiento, prevención y rehabilitación.
El ictus, también conocido como accidente cerebrovascular (ACV), es una emergencia médica que ocurre cuando se interrumpe el flujo sanguíneo a una parte del cerebro.
Esta interrupción puede ser causada por un bloqueo (ictus isquémico) o por la ruptura de un vaso sanguíneo (ictus hemorrágico). ¡Vamos a verlo más en detalle!
Tipos de ictus
Ictus isquémico
Representa aproximadamente el 85% de todos los casos. Ocurre cuando una arteria que suministra sangre al cerebro se bloquea, a menudo debido a un coágulo sanguíneo. Pueden ser de 2 tipos:
- Trombosis cerebral. Formación de un coágulo en una arteria que irriga el cerebro.
- Embolia cerebral. Desplazamiento de un coágulo desde otra parte del cuerpo (como el corazón) hacia el cerebro.
Ictus hemorrágico
Representa aproximadamente el 15% de los casos. Ocurre cuando un vaso sanguíneo en el cerebro se rompe, causando sangrado dentro o alrededor del cerebro. Los dos tipos principales son:
- Hemorragia intracerebral. Sangrado dentro del cerebro.
- Hemorragia subaracnoidea. Sangrado en el espacio entre el cerebro y la membrana que lo cubre.
Causas y factores de riesgo
Las causas y factores de riesgo del ictus varían según su tipo:
Ictus isquémico
- Aterosclerosis. Endurecimiento y estrechamiento de las arterias debido a depósitos de grasa.
- Fibrilación auricular. Ritmo cardiaco irregular que puede causar la formación de coágulos.
- Trombosis venosa profunda. Coágulos que se forman en las venas profundas y pueden desplazarse hacia el cerebro.
- Diabetes. Aumento del riesgo debido a la afectación de los vasos sanguíneos.
Ictus hemorrágico
- Hipertensión arterial. Principal factor de riesgo que debilita las paredes arteriales.
- Aneurismas cerebrales. Protrusiones en las arterias que pueden romperse.
- Malformaciones arteriovenosas. Conexiones anormales entre arterias y venas en el cerebro.
- Traumatismos craneoencefálicos. Lesiones en la cabeza que pueden causar sangrado.
¿Cuáles son los síntomas del ictus?
Reconocer a tiempo los síntomas es crucial para minimizar el daño cerebral. Los síntomas principales incluyen:
- Debilidad o entumecimiento en la cara, brazo o pierna, especialmente en un lado del cuerpo.
- Confusión o dificultad para hablar o entender.
- Problemas visuales en uno o ambos ojos.
- Dificultad para caminar, mareos, pérdida del equilibrio o coordinación.
- Dolor de cabeza severo sin causa conocida.
Un método común para recordar los síntomas es el acrónimo RÁPIDA:
- Rostro caído
- Abrazos débiles
- Palabra arrastrada
- Inmediato: Actuar rápidamente
- Dar aviso al 112
- Al hospital
El diagnostico temprano es crucial
El diagnóstico temprano es esencial para el tratamiento efectivo del ictus. Las pruebas más comunes incluyen:
- Tomografía computarizada (TC). Utilizada para identificar si el ictus es isquémico o hemorrágico.
- Resonancia magnética (RM). Proporciona imágenes detalladas del cerebro.
- Angiografía cerebral. Visualiza los vasos sanguíneos en el cerebro.
- Ecografía Doppler. Evalúa el flujo sanguíneo en las arterias carótidas.
- Electrocardiograma (ECG). Detecta ritmos cardiacos anormales.
¿Cuáles serían los posibles tratamientos?
El tratamiento del ictus variará en función del tipo que sea:
Ictus isquémico
- Medicamentos trombolíticos. Como el activador del plasminógeno tisular (tPA), que disuelve los coágulos.
- Anticoagulantes y antiplaquetarios. Previenen la formación de nuevos coágulos.
- Trombectomía mecánica. Procedimiento para remover físicamente el coágulo.
Ictus hemorrágico
- Control de la presión arterial. Para recudir el riesgo de sangrado adicional.
- Intervención quirúrgica. Para reparar vasos sanguíneos dañados o remover el sangrado.
- Medicamentos. Para controlar la presión intracraneal y prevenir vasoespasmos.
¿Cómo podemos prevenir el ictus?
La prevención del ictus implica fundamentalmente gestionar bien los factores de riesgo:
- Control de la hipertensión. Mediante dieta, ejercicio y medicamentos.
- No fumar. Fumar aumenta significativamente el riesgo de ictus.
- Control del colesterol. Sobre todo mediante dieta y ejercicio, aunque también se pueden utilizar medicamentos.
- Actividad física regular. Al menos 150 minutos de ejercicio moderado por semana.
- Dieta saludable. Rica en fruta, verduras, proteína y baja en grasas saturadas y sal.
- Control de la diabetes. Mediante dieta, ejercicio y medicamentos, igual que el colesterol.
- Consumo moderado de alcohol. No más de una bebida al día para mujeres y dos para hombres (como norma general).
Uso del desfibrilador en caso de ictus
En algunos casos, el ictus puede provocar un paro cardiaco, especialmente si la persona tiene condiciones subyacentes como enfermedad cardiaca.
Un paro cardiaco se produce cuando el corazón deja de latir repentinamente, lo que requiere una intervención inmediata para restablecer la circulación sanguínea y la oxigenación del cerebro.
En este caso, la mejor actuación será comenzar la maniobra de RCP y tener un desfibrilador lo antes posible, hasta que lleguen los servicios de emergencia.
- Desfibrilador (DEA). El DEA es un dispositivo que analiza el ritmo cardiaco y puede administrar una descarga eléctrica para restablecer un ritmo normal en caso de parada cardiaca.
- Reanimación Cardiopulmonar (RCP). La RCP es una técnica esencial para mantener la circulación sanguínea y la oxigenación del cerebro y otros órganos vitales hasta que llegue la ayuda médica.
La rápida intervención con RCP y uso del DEA pueden salvar vidas en situaciones de paro cardiaco asociado con el ictus.
Aunque estas técnicas no tratan directamente el ictus, aseguran que el cerebro y otros órganos reciban oxígeno, aumentando la posibilidad de supervivencia y recuperación.
En caso de haber sufrido un ictus ¿existe rehabilitación?
Sí, existe rehabilitación y es fundamental. Después de sufrir un ictus, muchas personas se preguntan si pueden volver a recuperar sus habilidades. La buena noticia es que sí es posible mejorar, aunque requiere tiempo, esfuerzo y apoyo especializado.
La rehabilitación debe comenzar lo antes posible. De hecho, cuanto antes se inicie el tratamiento, mayores serán las probabilidades de recuperación.
Tipos de rehabilitación tras un ictus
Dependiendo del tipo de ictus y de los daños causados, el equipo médico puede recomendar diferentes terapias. A continuación, te mostramos las más comunes:
1. Terapia física
Este tipo de terapia ayuda a recuperar la movilidad, la fuerza muscular y el equilibrio. Es muy útil si el ictus ha afectado a brazos o piernas.
Además, los ejercicios guiados por fisioterapeutas permiten mejorar la coordinación y reducir el riesgo de caídas.
2. Terapia ocupacional
Gracias a esta terapia, el paciente puede volver a realizar actividades básicas del día a día. Por ejemplo, vestirse, cocinar o usar utensilios.
Por lo tanto, la terapia ocupacional ayuda a ganar independencia y mejora la autoestima.
3. Terapia del habla
Cuando el ictus afecta la capacidad de comunicarse, esta terapia es fundamental. Puede ayudar a recuperar el lenguaje, la comprensión y la pronunciación.
También se trabaja la capacidad de tragar en caso de que haya dificultad al comer o beber.
4. Apoyo psicológico
El ictus puede generar tristeza, ansiedad o incluso depresión. Por eso, contar con apoyo emocional y psicológico es clave durante el proceso de recuperación.
Un psicólogo o terapeuta puede orientar al paciente y a su familia en este momento tan delicado.
5. Grupos de apoyo
Además, existen asociaciones y grupos donde los pacientes pueden compartir experiencias con otras personas que han vivido lo mismo. Esto genera comprensión, consuelo y motivación para seguir adelante.
¿Por qué es tan importante la rehabilitación?
La rehabilitación tras un ictus mejora la calidad de vida y ayuda a que el paciente recupere parte de sus capacidades perdidas. Si bien no siempre se consigue una recuperación total, sí se pueden lograr avances significativos.
Además, mantener una actitud positiva y constante en la rehabilitación marca la diferencia.
¿Se puede prevenir un ictus?
Aunque no siempre se puede evitar, hay muchas formas de reducir el riesgo de sufrir un ictus:
-
Llevar una alimentación saludable.
-
Controlar el colesterol y la tensión arterial.
-
Hacer ejercicio de forma regular.
-
No fumar y reducir el consumo de alcohol.
-
Tratar adecuadamente enfermedades como la diabetes o la fibrilación auricular.
Conclusión
Sufrir un ictus puede cambiar la vida, pero con tratamiento adecuado y rehabilitación, es posible mejorar. Actuar rápido, recibir ayuda profesional y seguir un estilo de vida saludable son pasos clave para lograr una buena recuperación.
Para cualquier duda o consulta adicional, escribe a marketing@salvavidas.com.
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